Una amiga, médico en un hospital, me comentó hace tiempo lo que ella llamaba "el síndrome del recomendado/a".
Lo que no les pasaba a otros pacientes ingresados, les pasaba a ellos/as, y la razón era que, por quererlo hacer especialmente bien con ellos/as, los/as médicos terminaban por cometer errores en estos pacientes.
Viene esto a cuento de lo acontecido hace días a la actriz francesa Marion Cotillard, la cual hacía poco que había protagonizado un falso spot publicitario, para protestar por la manía (verdadera) que tienen los hombres de mirarnos el escote.
Hasta ahí, todo bien, el problema fue que el ministro francés de cultura, Frederic Mitterrand, debía de saber de dicho anuncio, y por tratar de hacer bien, o, al menos lo más políticamente correctas las cosas, intentó condecorarla, sin mirar demasiado a donde estaba poniendo la medalla.
Resultado: un pinchazo en el pecho de Marion.
Moraleja: ¡Cariño, mírame las tetas, pero no me las pinches!
Lo que no les pasaba a otros pacientes ingresados, les pasaba a ellos/as, y la razón era que, por quererlo hacer especialmente bien con ellos/as, los/as médicos terminaban por cometer errores en estos pacientes.
Viene esto a cuento de lo acontecido hace días a la actriz francesa Marion Cotillard, la cual hacía poco que había protagonizado un falso spot publicitario, para protestar por la manía (verdadera) que tienen los hombres de mirarnos el escote.
Hasta ahí, todo bien, el problema fue que el ministro francés de cultura, Frederic Mitterrand, debía de saber de dicho anuncio, y por tratar de hacer bien, o, al menos lo más políticamente correctas las cosas, intentó condecorarla, sin mirar demasiado a donde estaba poniendo la medalla.
Resultado: un pinchazo en el pecho de Marion.
Moraleja: ¡Cariño, mírame las tetas, pero no me las pinches!