domingo, 23 de marzo de 2014

No estaba muerta, que estaba de parranda.

Durante el parón de un año y pico que hice de este Blog, como dice la famosa rumbita catalana, no estaba muerta, que estaba de parranda, y por ello, no dejé de chafardear en Internet, como aquella que, tranquilamente, va mirando escaparates de una calle comercial, pero sin ir buscando nada en concreto. O sea, mirar por el placer de mirar.

Y una de las cosas divertidas que he encontrado en este "libro de arena" que es Internet, y que, siguiendo el espíritu original de este Blog cuando lo comencé, quisiera marcarla (para no perderla), es la acontecida a Yolanda Jiménez, la ex del balarín Rafael Amargo, y concursante/participante en varios programas televisivos (Supervivientes 2009, Expedición Imposible 2013, etc).


En una entrevista, Yolanda le comentaba sus "habilidades" a Quique Jiménez "Torito" (un presentador y showman que comenzó sus actividades en las televisiones locales de Barcelona), entre las cuales ella destacaba que era mejor chingando que bailando (¡Una señorita "muy fina", como en el cole nos hubiese dicho Sor Esperanza!), así como sus fantasías sexuales, y entre éstas últimas, destacaba la de hacérselo simultáneamente con dos tíos cachas.

¡Eh!,  ¡Que esa fantasía la tenemos más de una!

Pues bien, dicho y hecho, que para eso "Torito" no se anda con contemplaciones.
(y si no, que se lo pregunten a la enfermera que jugó -y perdió- una partida de strippoker en el programa Vitamina N de CityTV -una TV local de Barcelona, que actualmente se denomina 8TV-, y acabó saliendo del plató, literalmente, "con una mano delante y otra detrás", y toda su ropa metida en una cestita.
Porque mira que hay formas bochornosas de abandonar un plató de TV, pero la de hacerlo llevando tus bragas, y el resto de tu ropa, metidas en un cesto de mimbre que sujetas con una mano, y tapándote el chichi con la otra,  mientras el público presente, y no presente, te ovaciona... ¡eso es para nota!)

El refrán dice que "El perro viejo no aprende gracias nuevas", y "Torito" es como es, y yo diría que no va a cambiar, así que ... Yolanda, cariño ...   ¡Ya puedes ir buscándote una cestita, y quitándote absolutamente toda la ropa!

(Desconozco si la cosa quedó unicamente en un posado fotográfico, o acabó haciéndose realidad su fantasía erótica, incluyendo posturita de "la pularda", entre esos dos robustos "anclajes")


Para las interesadas, comentaré que el mozo de buen ver, que en la fotografía está mirando a la cámara, es Jonathan Guijarro, un modelo madrileño.

Pues nada, que la próxima vez que quieran organizar una sesión fotográfica de esas, si Yolanda no pudiese acudir ...¡aquí tienen a una voluntaria!

(¡Perdón Sor Esperanza!  Y no me pregunte vd. por "esta variedad de pularda", de la que puedo asegurarle que no es el ave galliforme de la familia Phasianidae  que estudiamos en clase de Ciencias de la Naturaleza).
;-)


domingo, 9 de marzo de 2014

Tramuntana. La penúltima aventura de Max Riera, detective privado.

Al detective privado Max Riera, lo conocí hace años en una céntrica librería-café de Barcelona, y desde entonces soy una admiradora suya.

He de decir, para evitar malos entendidos, que a Max lo conocí, no como clienta, sino como lectora, pues es un personaje de novela creado por el escritor Xavier Moret.
 
En cualquier caso, Max es un hippie trasnochado, al que se le paró el reloj hace unos 30 años, en aquella Barcelona pre-olímpica (y España de "la movida")
de los años 80
De vez en cuando trabaja de detective privado “alternativo”, y que puestos a alternar, incluso alterna su esporádico trabajo de detective, con el de escritor de novelas y dibujante de cómics.
Tiene su domicilio, al menos hasta la presente aventura, en un pequeño apartamento de la Plaza Real (junto a Las Ramblas) de Barcelona, pero que en esta ocasión, y para escapar del calor del verano en la ciudad, y de las hordas de turistas que, cada vez más, llenan su barrio (y muchos otros), decide subir a la comarca del Ampurdán (a la cual pertenece también la Costa Brava), y pasar allí la temporada de verano (no diré las vacaciones, pues Max apenas trabaja), en un pueblo imaginario (Vilator), donde su eterna compañera, la pintora Alba, tiene una casa.
 

Y estando allí, disfrutando del “dolce far niente” (su afición favorita), tumbado en una hamaca, a la sombra de un cañizo, fumándose un porrete poco cargado, su editor le llama por teléfono, para pedirle (pues la situación de la editorial es desesperada), que le escriba una novela negra.
Y así comienza esta penúltima (y nunca mejor dicho) aventura de Max, la cual se lía
definitivamente, cuando aparece una mujer, rubia, escultural, guapa, elegante y misteriosa (R, E, G, E y M), o sea, la mujer que a todas nos gustaría ser, que llega y se va a bordo de un espectacular descapotable (complemento indispensable cuando eres una REGEyM), para contratar a Max como detective.
Por lo que luego ocurre en la novela, no diré que esta protagonista (una de las principales de la historia), lleva una doble vida, pero sí que una "vida y cuarto", como diría una amiga.

¡Quién se lo iba a decir a Max!, de dedicarse al "dolce far niente" en una hamaca a la sombra, pasa en un momento, a estar pluriempleado, como escritor de novela negra y detective privado.
Tras eso, Max se ve metido en un caso en el que hay un incendio forestal para destruir las pruebas de un asesinato, y un caso de "trata de blancas" por parte de redes internacionales organizadas de prostitución, y clubs de alterne junto a las carreteras de Gerona, y amigos de Max, con amantes jovencísimas, poniéndoles los cuernos a sus señoras, y recorridos por el Ampurdán, con comidas, tanto en restaurantes glamurosos, como en chiringuitos frente al mar, en las últimas calas poco explotadas que quedan en esa costa. 
También hay en la novela, días en los que sopla la Tramontana (el viento del norte, que le da el título a la novela, y que en Cataluña sopla del otro lado de las montañas del Pirineo, y de ahí su nombre), que como casi al final sabremos, tiene un papel clave en la historia.
Y además de todo eso, disfrutamos de las maravillosas descripciones de los paisajes de una zona que fue (pero que ya no lo es, al menos según la opinión de Max Riera, y yo diría que también la de Xavier Moret) un idílico paraíso.

Y es que desde la anterior aventura de Max Riera, en el 2004, han ocurrido bastantes cosas, de las cuales yo destacaría dos, por lo que afectan a nuestro protagonista y a esta novela:
  • El boom, a partir del año 2000, de los vuelos Low Cost que llegan al aeropuerto del Prat, y con ello, el turismo de masas a la ciudad de Barcelona, el cual ha invadido el territorio por el que Max se movía como pez en el agua (El barrio Gótico, El barrio Chino, Las Ramblas, La Barceloneta, etc).
  • Que Xavier Moret (el autor de las novelas protagonizadas por Max Riera) ha escrito (en el año 2006) un delicioso libro de viajes “a la vieja usanza” (Viaje por la Costa Brava), de cuyo espíritu nostálgico, experiencias y descripciones paisajísticas, también disfrutamos ahora en esta entretenida novela de Max.

Resumiendo: Una novela muy recomendable, de esas que se leen de tirón, mezcla de género negro, y de  libro de viajes a la antigua usanza (con descripciones paisajísticas, y reflexiones del escritor-viajero), con un punto de nostalgia de los buenos tiempos pasados y una trama muy bien urdida.
 

Leí en Internet, que Xavier Moret está pensando en escribir la que será última aventura de la serie del detective Max Riera, centrando su acción en la (añorada por Max desde sus tiempos de hippie) isla de Formentera.
Me ha parecido buena idea, pues los grandes personajes se merecen grandes finales, que Max, y espero que también su eterna compañera Alba, hagan mutis por el foro, en esa preciosa isla del Mediterráneo. Y puesta a soñar, soñaba, tras leer las entradas de los pasados meses de enero y febrero, en el Blog de Xavier Moret, que eso sería tras una aventura, mediterránea donde las haya, como sería La Odisea v2.0, y en la que Max, como un Ulises moderno, partiendo de Barcelona, y
en viaje de ida y vuelta, recorrería el Mediterráneo en viejos barcos mercantes (o, en su defecto, en Ferries), haciendo escalas en Cerdeña, Sicilia, Creta, islas griegas del mar Egeo, hasta llegar a Estambul, donde resolvería (o casi) el misterio, tras lo cual, volvería a Barcelona.
Y sería a la mañana siguiente de su vuelta a Barcelona, cuando Max bajase a desayunar tranquilamente al bar de su viejo amigo Cipriano, bar en el que tantas veces recaló nuestro detective, que comprobaría que, durante su ausencia, éste habría traspasado el bar, y que ahora lo atienden unos camareros filipinos, los cuales, hasta su hundimiento, habían trabajado como tripulantes del crucero Costa Concordia, pero que tras sobrevivir al accidente, decidieron no volver a embarcarse más, y convertirse en camareros de tierra firme, a diferencia de miles de compatriotas suyos, que tienen su sede en el barrio del Raval de Barcelona, durante los pocos meses del año en que, al ser temporada baja turística, no hay cruceros por el Mediterráneo.
Por la descripción que, al marchar, Cipriano dio de él, uno de los camareros-propietarios del bar lo reconocería, y junto con el café con leche y la ensaimada, le traería la carta que su amigo le dejó.
Y sería tras leer la carta de despedida de Cipriano, cuando Max se convencería definitivamente de que "su" Barcelona, aquella de hace 30 años, ya no existe, y que desapareció junto con el siglo XX. Por esto, decidiría Max venderle su apartamento de la Plaza Real, a un millonario ruso al que, en la isla griega de Icaria, y en uno de sus habituales paseos por la playa, rescató del mar, tras haber sufrido aquel un accidente con un avión ultraligero, y una vez hecho eso, Max recogería sus escasas pertenencias, y se dirigiría a la isla de Formentera, donde finalmente se reencontraría con su “Penélope” (Alba), que le habría estado esperando todo ese tiempo (¿desde los comienzos de la primavera, hasta mediados del otoño?), en una preciosa casita frente al mar, viendo telenovelas y haciendo, deshaciendo y volviendo a rehacer, una serie de cuadros para su próxima exposición, afincándose así ambos definitivamente allí, en el que, todos estos años, ha sido el paraíso soñado por Max
 
Bueno, ya sé que hay quien dirá, que esa historia y ese final, son una cursilada romántica infumable, pero es que esta
"taitantos" que suscribe, es una romántica incorregible, y a estas alturas de la vida, y al igual que Max el detective alternativo, ya no piensa cambiar.
Porque el paso de los años tiene cosas malas, pero también cosas buenas, como es, por ejemplo, la madurez, y con ella, y a diferencia de lo que ocurre cuando eres jóven, el que te tenga sin cuidado lo que diga la gente.


Ya estoy a la espera de la publicación de esa novela final del detective alternativo Max Riera.
:-)

PD: el libro Tramuntana (publicado en 2011), está escrito en Catalán, y desgraciadamente aún (marzo del 2014) no tiene traducción al Castellano.

sábado, 1 de marzo de 2014

Cuidadín con las "Bimbo"


Pues bien, hace meses leí un cómic erótico de Pretorius, titulado The Vicki Faith Show, de la colección Pleasure Bound, que hace reflexionar al respecto de las Bimbos en las empresas.
La historia la protagonizan una presentadora de un programa erótico de la TV (Vicki Faith) y supuesta "Bimbo" de la historia, y su ayudante personal (Lisa).

 
Al finalizar el programa que están grabando, Vicki le pide a Lisa que le lleve al camerino , un libro acerca de vampiros, de cara a irse documentando para un próximo viaje en tren, que tiene previsto hacer. 
Y es tras entregarle el libro, que Lisa le comenta sus nuevas ideas, para introducirlas en los siguientes programas.


Pero Vicky ya tenía sus propias ideas al respecto ¡Y vaya ideas! (que de haberlas publicado, habrían dejado las novelas de Erika Leonard, a la altura del betún, o de un manual de las Hermanas Corazonistas, de Urbanidad y Buenos Modales para Señoritas), y lo cierto es que Lisa, que llega al camerino completamente vestida, en un apoteósico final, al que poco a poco Vicky la va llevando, termina tal que así: completamente en pelotas, con pinzas en los pezones, amordazada, atada e inmovilizada de una retorcida manera BDSM, y pensando... ¡Es realmente lista la tía!  ¡Sabía que tenía que haber alguna razón para que contratasen a esa "Bimbo"!

Tal y como decía en el título del post: ¡Cuidadín con las Bimbo!

;-)